Las perspectivas de los mercados de trabajo son inciertas, y el riesgo de que se produzca un empeoramiento de la situación en muchos ámbitos es cada vez mayo.
Eduardo Camín
Fonte: CLAE
Data original da publicação: 01/11/2022
Según la edición más reciente del Observatorio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre el mundo del trabajo, se espera que el desempleo y la desigualdad aumenten como consecuencia de las múltiples crisis económicas y políticas actuales que ponen en riesgo la recuperación del mercado laboral en todo el mundo.
Las perspectivas han empeorado en los últimos meses, y de mantenerse la evolución actual, se espera que disminuya la oferta de empleo y que se reduzca ampliamente a escala mundial a lo largo del último trimestre de 2022. El aumento de la inflación socava el nivel salarial real en muchos países, lo que se suma a la amplia disminución de ingresos durante la crisis de la Covid-19, que en muchos países afectó particularmente a los grupos de bajos ingresos.
En su décima edición, el Observatorio de la OIT sobre el mundo del trabajo pone de relieve que el empeoramiento de las condiciones del mercado de trabajo repercute en la creación de empleo y en la calidad del mismo, y se subraya «que ya existen indicios de una profunda desaceleración del mercado de trabajo». Cabe esperar asimismo que aumente la desigualdad en el mercado de trabajo, y que ello contribuya a que se mantenga la disparidad entre los países desarrollados y las economías en desarrollo.
“Se precisa un sólido compromiso con iniciativas como el Acelerador mundial del empleo y la protección social de la ONU, que permitiría a los países crear 400 millones de empleos y ampliar la protección social a los cuatro mil millones de personas que aún carecen de la misma», destacó el Director General de la OIT, Gilbert F. Houngbo, al igual que lo había hecho en las reuniones anuales del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Grupo Mundial del Banco Mundial (GMB) 2022.
Según el Observatorio, «en 2022 han confluido múltiples crisis que se han visto agravadas por el conflicto bélico de Ucrania y sus efectos adversos indirectos, que afectan profundamente al mundo del trabajo». Esos efectos se manifiestan a través de la inflación en el precio de los alimentos y la energía, la reducción del salario real, el aumento de la desigualdad, la disminución de la cantidad de medidas políticas que pueden aplicarse y el aumento de la deuda en los países en desarrollo.
La desaceleración del crecimiento económico y de la demanda agregada conllevará asimismo una disminución de la demanda de empleo, ya que la incertidumbre y las expectativas menos halagüeñas inciden adversamente en el nivel de contratación, añade.
Según Houngbo, para hacer frente a esta situación tan adversa del empleo a escala mundial, y evitar una gran recesión del mercado de trabajo en todo el mundo, será necesario aplicar políticas exhaustivas, integradas y equilibradas a escalas nacional e internacional.
«Debemos utilizar un amplio conjunto de instrumentos políticos, entre los que cabe destacar la intervención en el precio de los bienes públicos, la reorientación de beneficios extraordinarios, el fortalecimiento de la seguridad en materia de ingresos mediante protección social, el aumento de las ayudas para garantizar ingresos y la orientación de ayudas a las personas y las empresas más vulnerables», señaló
A comienzos de 2022, – y después de la zozobra ocasionada por la Covid 19– la cantidad de horas de trabajo a escala mundial se recuperaba a un ritmo muy rápido, en particular en las ocupaciones de mayor cualificación y con respecto a las mujeres. Pero esa recuperación se vio impulsada por un aumento del empleo informal, que puso en riesgo la tendencia a la formalización que venía dándose desde hace quince años.
La situación se agravó a lo largo del año y, según la OIT, en el tercer trimestre de 2022 la cantidad de horas de trabajo fue un 1,5 por ciento inferior al valor registrado antes de la pandemia, lo que representa un déficit de 40 millones de empleos a tiempo completo.
Un pequeño apartado merece el conflicto de Ucrania : en el informe se estima que el 10,4 por ciento de la mano de obra que existía en el país antes del conflicto bélico se encuentra actualmente refugiada en otros países. La mayor parte de ese grupo de 1,6 millones personas son mujeres, muchas de las cuales trabajaban en los sectores de la educación, la sanidad y la asistencia social.
Una encuesta reciente develó que hasta ahora el 28 por ciento de los refugiados ucranianos ha encontrado un empleo asalariado, o por cuenta propia, en su país de acogida, destacando que los efectos del conflicto afectan asimismo a los mercados de trabajo de países limítrofes, lo que podría dar lugar a una desestabilización política y del mercado de trabajo en esos países, algunos síntomas ya se dejan apreciar.
En zonas más lejanas, en Asia central y en el resto del mundo, el conflicto produce un aumento de los precios y una mayor fluctuación de los mismos, así como un aumento de la inseguridad alimentaria y un agravamiento de la situación de pobreza.
Medidas para hacer frente a múltiples crisis
El informe aboga por recurrir al diálogo social, a fin de formular las políticas necesarias que permitan evitar una recesión del mercado de trabajo. Éstas no sólo deben abordar la inflación, sino hacer hincapié asimismo en las consecuencias más amplias para el empleo, las empresas y la situación de pobreza. Asimismo, el informe advierte del riesgo de que se produzcan excesivas restricciones de políticas, lo que podría “afectar adversamente al empleo y al nivel de ingresos, tanto en las economías desarrolladas como en los países en desarrollo».
En un mundo en el que la pobreza y las desigualdades aumentan sin cesar, la OIT, habida cuenta de su mandato constitucional, su función normativa y su carácter tripartito, tiene la capacidad -y la obligación- de promover un nuevo contrato social mundial que pueda invertir estas tendencias negativas.
Con miras a avanzar en la ejecución de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la OIT debería encontrar soluciones eficaces centradas en las personas que respondan a los retos y oportunidades del mundo del trabajo generados por las crisis actuales, el progreso tecnológico, el cambio climático y los cambios demográficos.
La disyuntiva es entre un mundo posible y un mundo necesario
No es nuevo el asunto. Probablemente, quizás se estime a primera vista que el tratar actualmente estos temas, es llegar un poco tarde después de tantos trabajos en este sentido, de tantas y tantos diagnósticos, y de un sin número de promesas, y de un diálogo social permanentemente coartado por las cámaras empresariales.
Sin embargo, parece ser que, en la práctica, el sistema globalizador no responde precisamente a las expectativas generadas, y por el contrario se evidencia una insistencia de los estados para actuar de manera unilateral en la defensa de sus intereses de seguridad y bienestar.
Lo que si es cierto es que se agotó el plazo de las buenas intenciones. El deterioro en la calidad de vida sobre, bajo y en la superficie de la Tierra es evidente. Lamentablemente, bajo el manto del progreso técnico y la ideología de la globalización se han minimizado los efectos señalados día tras días sobre el planeta y sus habitantes.
En un afán por salvar la economía de mercado se rechazan políticas en defensa del ambiente más allá de los límites que impone la empresa privada para la explotación (ir)racional de todas las fuentes de riqueza, seres humanos incluidos.
La realidad es que e independientemente de los informes, el nivel de empleo informal ha aumentado a un ritmo muy rápido en el periodo 2021-2022, tras la gran disminución que registró en 2020. Según la OIT, de 2005 a 2019 el nivel de empleo formal aumentó a un ritmo más rápido que el nivel de empleo informal, lo que dio lugar a un proceso paulatino de disminución del índice de empleo informal de cinco puntos porcentuales. Los efectos desproporcionados de la pandemia en el empleo informal provocaron una reducción aún mayor de la proporción.
En la actualidad, las perspectivas de los mercados de trabajo son inciertas, y el riesgo de que se produzca un empeoramiento de la situación en muchos ámbitos es cada vez mayor. Se prevé que la inflación se mantenga elevada, lo que seguirá afectando adversamente al poder adquisitivo de trabajadores y empresas, en particular las de menor tamaño.
Asistimos a un proceso de deshumanización, donde «otro mundo es posible» se convierte en una probabilidad estadística. Por ello, si queremos evitar el holocausto planetario, “otro mundo es necesario.”
Eduardo Camín és periodista uruguayo acreditado en la ONU- Ginebra.Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).